Como seguramente ya sepáis, el Ayuntamiento de Madrid decidió a principios de 2020 hacer un control poblacional de cotorras argentinas y de kramer basado en su exterminio. El objetivo del consistorio es dar muerte a 12.000 cotorras en un plazo de dos años, y para ello ha contratado a la UTE (unión temporal de empresas) Matinsa-Dycsa. Matinsa forma parte del grupo empresarial FCC y de Dycsa no sabemos nada. Desde marzo de este año se ha comenzado a aplicar el plan de “gestión”, con una fase inicial de recuento y localización de nidos y un siguiente paso que sería la eliminación física de las cotorras. Tras el exterminio, los siguientes meses serían dedicados al estudio de la situación.
La matanza de cotorras es una manifestación más de una sociedad especista. Pero resulta curioso cómo la justificación de su exterminio está rodeada de mentiras y falsos rumores que se han ido extendiendo durante años.
No tenemos ni idea de cuál es la verdadera intención de querer acabar con estos animales, en este sistema capitalista la sospecha del beneficio económico siempre acecha, aunque el entramado es tan complejo y rocambolesco que es difícil verlo y como decimos no tenemos ninguna certeza.
Buscando algunas respuestas, navegando por internet hemos encontrado el dossier “Control de la especie cotorra argentina (Myiopsitta monachus) en Zaragoza. Periodo 2006-2016”, publicado por la Unidad de Agentes de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Zaragoza (noviembre de 2016).
Nos han llamado la atención las conclusiones que se muestran en este informe que cuenta y desmiente (sin querer) muchas de las falacias que durante años se han ido diciendo sobre las cotorras.
Empezando con que son animales agresivos con otras especies y que ponen en peligro a la fauna autóctona, en esta crónica se testifica cómo las cotorras conviven pacíficamente con las aves de la zona, nidificando al lado de cigüeñas blancas(Cicconia cicconia) y grajillas (Corvus monedula). También se muestra como dejan la ocupación de sus propios nidos a paloma bravía (Columba livia), paloma torcaz (Palumbus columbus) o tórtola turca (Streptopelia decaocto). También se observa la presencia como dormidero y nidificación de un elevado número de gorriones comunes (Passer domésticus). Incluso se describe cómo la alimentación conjunta sobre las praderas de césped se torna pacífica entre diferentes especies. Estorninos (Turdus sp.), tórtolas turcas, palomas y otras aves comparten el mismo espacio sin problemas.
Se describe la relación entre la rata negra y común (Rattus rattus y Rattus norvegicus) y los nidos de cotorra argentina, que explica cómo dichos roedores aprovechan la oportunidad ofrecida por las cotorras para ocupar sus nidos.
Es bastante resaltable cómo en dicho informe, también se dice cómo ha cambiado la percepción de la gente en relación a las cotorras, por la mayor información que la población ha ido recibiendo sobre el carácter invasor de la especie y que en un principio despertaban bastante simpatía en la población en general.
El escrito hace evidente que tampoco está demostrada la transmisión de enfermedades. La psitacosis es la única enfermedad que transmiten y solo ocurre cuando están en cautividad. Lo corrobora la cuarentena que en 2008 mantuvo una tienda especializada en la venta de animales de un centro comercial por un brote de esta enfermedad.
En definitiva, las observaciones durante más de 10 años por parte de la empresa encargada de su matanza y desaparición contradicen la mayoría de las falacias que se han estado diciendo sobre ellas durante mucho tiempo. Aún así esto no les impidió matar a la mayoría de ellas a tiros.
Las cotorras al igual que todos los demás animales merecen respeto y consideración por su vida y sus intereses. Los intereses de la humanidad no son más importantes que los de los otros animales. Debemos y podemos convivir respetando a los que tenemos al lado, sean de la especie que sean, porque lo contrario no es ético y además no hace falta que los utilicemos para nada (comida, vestimenta, experimentación, entretenimiento…).
Las autoridades, el mercado capitalista y el especismo son los responsables de que las cotorras estén hoy en Madrid, son los mismos los que las quieren asesinar.
¡No queremos que maten a las cotorras, son nuestras vecinas, nuestras iguales!